Lapulapu, datu de Mangatang (“los
que acechan”), que mató a Fernando de Magallanes en las playas de Mactán y
cambió el desarrollo final de su proyecto.
“Hoy hemos llegado frente a la costa de la isla de Cebu donde
el Sri Hamabar ejerce su autoridad. Es la última posibilidad que tengo de
conseguir una patria para mi gente después de haberlo intentado en la isla de
Sulu y con el rajah de Mindanao y haber navegado muchos días en las cinco parau con
las que habíamos dejado Sandakan, la tierra más allá del viento, nuestra patria
hasta que llegaron los comerciantes de la lejana China y nos han expulsado por
no consentir comerciar con la madera de nuestros sagrados bosques.
El
Rajah Humabon (o Sri Hamabar) es un hombre sabio que ha conseguido ser rey de
toda la isla de Cebú a través de tratados familiares y acuerdos diplomáticos.
Espero que nos atienda y escuche nuestra petición que no es otra que poner a su
servicio nuestras naves para comerciar con otros pueblos que necesitan lo que
producimos por estas tierras”.
Por
las referencias locales se supone que Lapulapu nacería sobre 1491 por lo que a
la llegada de la escuadra de Magallanes contaría con unos treinta años, un
guerrero en plenas facultades físicas que era el jefe, datu, indiscutible
de su pueblo. De estar unido al rajah Humabon, que se había casado con su
sobrina, devino una enemistad por el control del comercio con los chinos y, después,
con los portugueses. Así que cuando llega Magallanes camino del Maluco, se
encontraban en guerra y Humabon, que aceptó convertirse al cristianismo,
convence al capitán para someter a Lapulapu.
Magallanes
le envió un ultimátum para que cesara en su actividad, pagara tributo a Humabon
y rindiera homenaje a Carlos I. Lapulapu se negó y los españoles se prepararon
para una operación de castigo.
“No teníamos que
haber llegado hasta este punto de guerra con Sri Humabon porque ya habíamos
hablado que el nuevo negocio con los portugueses lo íbamos a repartir entre
el datu Zalu, el rajah Humabon y yo mismo, pero supimos que
Humabon estaba en secreto favoreciendo a los “moros” y cuando se lo
reprochamos, solo supo decirnos que él era el rajah de todo Cebu y que tenía
autoridad para hacerlo de esa manera. Tiene que aprender que nosotros no
estamos sometidos a su jefatura, que mi pueblo sigue mis órdenes y que somos
iguales en rango social.
Y
ahora han aparecido estos extranjeros a la búsqueda de especias y de riquezas.
No tengo la menor duda de que eso de haber abrazado su fe, es solo una
estratagema de Humagon para aliarse con ellos y humillarnos porque,
supuestamente, tienen armas más poderosas que las nuestras. Han venido con
altanería a decirnos que debemos someternos al rajah Humagon y a su rey Carlos
I, que tenemos que pagarle no sé qué impuestos y que dejemos de comerciar con
los portugueses.
He
hablado a mi pueblo en asamblea de guerreros y nos estamos preparando para la
batalla que mañana al amanecer nos va a enfrentar con unos enemigos
desconocidos. Esta noche vamos a invocar a Kemenangan para que nos lleve a la
victoria, aunque sabemos que los extranjeros estarán muy protegidos contra
nuestra lanzas y flechas: somos herederos del pueblo iban, los legendarios
cortadores de cabezas que han dominado a lo largo de los tiempos en estas
tierras. Vamos a proteger nuestros cuerpos con el tatuaje del bunai Turongn, la
flor que representa los ocho niveles del mundo y que nos protegerá en el
combate”.
Al
amanecer del día 27 de abril de 1521, Magallanes subió a un bote y se dirigió a
tierra acompañado solo por 48 hombres bien armados y protegidos, pero con lo
que esperaba impresionar al datu. Debido
a los arrecifes y bajíos, las chalupas no pudieron acercarse a la playa con lo
que los soldados tuvieron que vadear un largo trecho antes de llegar a la
playa. Como los indígenas se habían retirado, y a modo de escarmiento, mandó
quemar algunas chozas con lo que provocó la furia de sus pobladores que
aparecieron en número de más de un millar guiados por su jefe. Lapulapu los
había organizado en tres batallones que atacaron al grupo de Magallanes: el
grupo frontal lanzó una nube de flechas envenenadas, mientras los otros dos
grupos atacaban por los flancos. Los disparos de los soldados hicieron algunas
bajas entre los indígenas, pero una de las flechas hirió a Magallanes en una
pierna.
Al
comprender que su plan había fracasado, ordenó la retirada, quedándose en la
retaguardia junto con algunos hombres. Es el momento en que Lapulapu lo
identifica y se lanza hacia él cuando, rodeado por varios de ellos y mermado por
el veneno, que empezaba a correr por sus venas, cayó muerto entre las
olas, atravesado a lanzazos y machetazos, compartiendo destino fatal con alguno
más de los suyos.
Esta
victoria elevó el prestigio de Lapulapu entre los habitantes de la isla y es el
momento en que el rajah Humabon, para congraciarse con él, organiza una trampa
mortal a los españoles, que son asesinados en una supuesta celebración de
despedida, muriendo en esta ocasión los capitanes Barbosa y Serrano que habían
reemplazado a Magallanes.
Se
sabe que Lapulapu y Humabon acordaron la paz entre ellos perdurando durante
bastante tiempo. Es el momento en que se pierde para la historia el rastro de
nuestro protagonista y entra el tiempo de las explicaciones mitológicas: dicen
que se convirtió en piedra sagrada que protege las aguas que bañan la isla de
Mactán y a los pescadores; otros que la estatua que se erigió en su honor
ahuyentaba a todos aquellos que pretendían invadir sus tierras; en cualquier
caso, se convirtió en el primer héroe filipino que se opuso a la entrada del
hombre blanco.